Fraudes en cajeros automáticos, restaurantes, estaciones de servicio o
incluso peajes de autopista. El incremento de los incidentes de
clonación de tarjetas bancarias hace que entre los usuarios europeos
haya un creciente temor a perderlas de vista.
Los datos recogidos por la Agencia
Europea de Seguridad de las Redes y de la Información aseguran que
desde los delitos relacionados con la copia de las tarjetas y su
posterior utilización fraudulenta se han disparado un 149% desde 2008.
Un fraude de 500 millones
Este tipo de delitos, conocidos como 'Skimming', suponen unas pérdidas para los usuarios y las entidades financieras europeas de más de 500 millones de dólares. Pero, ¿cómo hacen los delincuentes para conseguir toda nuestra información bancaria sin que ni siquiera nos demos cuenta?
Este tipo de delitos, conocidos como 'Skimming', suponen unas pérdidas para los usuarios y las entidades financieras europeas de más de 500 millones de dólares. Pero, ¿cómo hacen los delincuentes para conseguir toda nuestra información bancaria sin que ni siquiera nos demos cuenta?
El método más habitual para clonar tarjetas son los llamados 'card
skimmers' unos dispositivos que se instalan en los cajeros automáticos
para capturar los datos contenidos en la banda magnética de las
tarjetas.
Aunque algunos son identificables a simple vista si nos fijamos con
cierto detenimiento, los más modernos son casi imposibles de identificar
e incluso pueden enviar la información robada por mensajes de texto a
cientos o incluso miles de kilómetros.
Se necesitan 10 euros y 4 segundos
Los incidentes de clonación de tarjetas son todavía más difíciles de controlar en los establecimientos comerciales. Basta con dar con un empleado 'corrupto' para que nos pueda meter en un buen lío.
Los incidentes de clonación de tarjetas son todavía más difíciles de controlar en los establecimientos comerciales. Basta con dar con un empleado 'corrupto' para que nos pueda meter en un buen lío.
Copiar la banda magnética de las tarjetas es relativamente sencillo.
Sólo se necesita un lector, también conocido como 'card skimmer' y que
apenas cuesta 10 euros, y alejar la tarjeta de la vista de su
propietario durante cuatro segundos. Eso es todo.
Una vez recogidos los datos de la tarjeta, los delincuentes proceden a
copiar esa información sobre una tarjeta falsificada, que
posteriormente utilizan para realizar compras fraudulentas en
establecimientos comerciales o a través de Internet.
Las redes de ladrones de información de tarjetas bancarias funcionan a
nivel mundial, aunque sus integrantes proceden principalmente de la
Europa del Este. Según la página del FBI estadounidense, las cuatro
principales redes de falsificación del país -que operaban en Miami,
Nueva York, Chicago y Atlanta, y consiguieron estafar varios millones de
dólares a lo largo de 2010 y 2011- estaban integradas por ciudadanos de
Rumanía, Bulgaria y Serbia.
Fuente: Yahoo.com